¿POLÉMICA? WHAT POLEMICA?

Me voy a poner un poquito tiquis miquis, discúlpenme los compañeros de profesión.
Es cierto que se ha creado cierta polémica desde que la alcandesa de Valencia, Rita Barberá, propuso una disminución del largo de las faldas y su vuelo.
Es cierto también que el largo de las faldas, el corto de las mangas de un corpiño de fallera, el vuelo arrás de vista o las manteletas, y si me apuráis, el moño... se han desvirtuados de su origen.
Pero también es cierto que las fallas, esos monumentos hoy "...ovacionados por todo el mundo", y digo ovacionados literalmente (no sé si sabrán que Argentina está haciendo réplicas de la fiesta valenciana), por su magnanimidad, fueron en su origen, trastos viejos que se recogían al comienzo de la primavera. Para quemar porque en las casas y talleres se hacía la dichosa limpieza de  primavera  y se quemaba lo viejo.
Como dice la canción "estoreta velleta pa la falla de San Josep.... el que els veïns els van donant....".
Así pues, deduzco, que cada cual puede vestirse, como le venga bien, puesto que si a desvirtuar vamos... el que esté libre de pecado... que tire la primera piedra.
Las señoras de la alta alcurnia de los siglos XVIII y subsiguientes seguían los dictados de la moda de turno que se vivía en palacio. También eran fashion victim del momento. Así pues, la señora que se podía vestir como una reina, no se vestía como una plebeya.
Hoy, desde luego, me parece imprescindible poseer el traje de valenciana, atribuido más bien a lo que denominaríamos clase media, pero también me parece altamente recomendable poseer un traje de siglo XVIII, porque son bellos, más que bellos. Hacen resaltar la figura de la mujer de una forma espectacular, con colores y telas nobles que nos maravillan cuando nos los ponemos.
Sin embargo y tal y cómo dije en anteriores ocasiones, creo necesario poder añadir a esos imprescindibles, el traje de huerta. Porque de huerta somos y en huerta nos debemos convertir.
Y es éste, el traje de huerta el que es más rico, desde mi punto de vista. Nos permite muchas nuevas opciones de conjugar colores, texturas, puntillas y brocados.
Yes en estos trajes, junto con el traje de valenciana en los que debería disminuirse el vuelo de la falda y acortarse la misma, un poco. Lo justo para poder caminar sin tropezarse para ir a la ofrenda de flores.
A mi, ahora que lo pienso, me gustaría saber qué dicen al respecto del largo de las faldas las tintorerías especializadas...imagino que bien..jaja.

lunes, 23 de mayo de 2011

¿POLÉMICA? WHAT POLEMICA?

Me voy a poner un poquito tiquis miquis, discúlpenme los compañeros de profesión.
Es cierto que se ha creado cierta polémica desde que la alcandesa de Valencia, Rita Barberá, propuso una disminución del largo de las faldas y su vuelo.
Es cierto también que el largo de las faldas, el corto de las mangas de un corpiño de fallera, el vuelo arrás de vista o las manteletas, y si me apuráis, el moño... se han desvirtuados de su origen.
Pero también es cierto que las fallas, esos monumentos hoy "...ovacionados por todo el mundo", y digo ovacionados literalmente (no sé si sabrán que Argentina está haciendo réplicas de la fiesta valenciana), por su magnanimidad, fueron en su origen, trastos viejos que se recogían al comienzo de la primavera. Para quemar porque en las casas y talleres se hacía la dichosa limpieza de  primavera  y se quemaba lo viejo.
Como dice la canción "estoreta velleta pa la falla de San Josep.... el que els veïns els van donant....".
Así pues, deduzco, que cada cual puede vestirse, como le venga bien, puesto que si a desvirtuar vamos... el que esté libre de pecado... que tire la primera piedra.
Las señoras de la alta alcurnia de los siglos XVIII y subsiguientes seguían los dictados de la moda de turno que se vivía en palacio. También eran fashion victim del momento. Así pues, la señora que se podía vestir como una reina, no se vestía como una plebeya.
Hoy, desde luego, me parece imprescindible poseer el traje de valenciana, atribuido más bien a lo que denominaríamos clase media, pero también me parece altamente recomendable poseer un traje de siglo XVIII, porque son bellos, más que bellos. Hacen resaltar la figura de la mujer de una forma espectacular, con colores y telas nobles que nos maravillan cuando nos los ponemos.
Sin embargo y tal y cómo dije en anteriores ocasiones, creo necesario poder añadir a esos imprescindibles, el traje de huerta. Porque de huerta somos y en huerta nos debemos convertir.
Y es éste, el traje de huerta el que es más rico, desde mi punto de vista. Nos permite muchas nuevas opciones de conjugar colores, texturas, puntillas y brocados.
Yes en estos trajes, junto con el traje de valenciana en los que debería disminuirse el vuelo de la falda y acortarse la misma, un poco. Lo justo para poder caminar sin tropezarse para ir a la ofrenda de flores.
A mi, ahora que lo pienso, me gustaría saber qué dicen al respecto del largo de las faldas las tintorerías especializadas...imagino que bien..jaja.
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